domingo, enero 22, 2006

EJERCICIO TECNICAS DE LOCUCIÓN 2

Alumna: Irene Morilla Martín
Comentario Mayumaná.


Hace dos años tuve la oportunidad de disfrutar de una beca erasmus en la Universidad de Nijmegen (Holanda), por el convenio que la Universidad Carlos III de Madrid y la licenciatura de Humanidades, que estaba estudiando por aquel entonces, mantenían con la facultad holandesa.

Allí pude conocer de primera mano, no sólo lo que supone ser erasmus y disfrutar de esta experiencia tan enriquecedora tanto académica como personalmente, sino también el complejo entramado de mentores y miembros de asociaciones que están dispuestos a ayudar a los “desvalidos” estudiantes internacionales, que se encuentran totalmente solos (sin amigos y sin familia) en un país nuevo cuya cultura e idioma aún no dominan.

De este modo, cuando regresé a España decidí que una de mis prioridades sería algo en lo que hasta entonces nunca había reparado: devolver con creces todo lo que me había aportado mi experiencia y los mentores y amigos en mi país de acogida.

Investigando y con un poco de esfuerzo (puesto que las asociaciones y sus actividades en la Universidad Carlos III no son demasiado conocidas), encontré a ESN-Carlos III, una asociación sin ánimo de lucro perteneciente a la red internacional Erasmus Student Network. Su filosofía y actuación me convencieron y me recordaron tanto a mi vida internacional, que ya hace 2 años que soy miembro activo de esta agrupación de estudiantes.

ESN-Carlos III ha crecido y mejorado con los años, pero no hay que olvidar que a esto ha contribuido en gran parte el buen hacer y las excelentes relaciones que la Universidad Carlos III y en concreto el departamento de relaciones internacionales mantienen con nuestra asociación. Así, tenemos la oportunidad de promover un sin fin de eventos y actividades (además de fiestas y viajes), para que nuestros erasmus se conozcan entre ellos y se integren en la cultura y vida españolas, gracias no sólo a la autofinanciación y subvenciones, sino también a las ayudas que nos otorgan el propio departamento y sus responsables.

En noviembre del año pasado y con motivo de la visita de nuevo a la capital de la compañía de teatro Mayumaná, decidimos organizar un sorteo de entradas (completamente gratuito) entre los estudiantes erasmus y un colaborador español que hubiera sido de gran ayuda a lo largo de lo que llevábamos de cuatrimestre en la organización de actividades para nuestros estudiantes extranjeros. De este modo, repartimos 9 entradas para que nuestros estudiantes se dieran cuenta de que Madrid no es sólo “la capital de las palabras de dos sílabas” (fiesta, tapas, copas, toros…) como dijo el vicerrector el año pasado durante un acto de bienvenida a los erasmus, sino también es un centro importante de cultura.

Efectivamente, no era la primera vez que Mayumaná visitaba España y ya entonces, en su primera gira española, cosecharon un enorme éxito en todo nuestro país, aunque no tuve la oportunidad de asistir a su espectáculo por diversos motivos. En octubre de 2002, Mayumaná hacía una pequeña parada en Madrid, pero llegaron para quedarse, porque su gira se extendió por todo el país y la estancia se amplió en más de 8 meses.

Por eso, cuando la asociación propuso esta actividad y la necesidad de la asistencia de algunos monitores (por eso de hacerlo más oficial ante las altas esferas universitarias), acepté encantada (aunque los miembros teníamos que pagar los 11,75 euros que costó aquella entrada de “visibilidad reducida”).

El 11 de noviembre, media hora antes del comienzo del espectáculo, quedamos en la puerta del Teatro Calderón (Plaza de Jacinto Benavente), con los agraciados en el sorteo, para asistir a la representación. Aún no sabíamos lo que nos disponíamos a presenciar, pero sin duda estábamos a la par nerviosos y ansiosos por los artículos de opinión que habíamos leído al respecto y lo que nos habían contado aquellos que ya habían asistido al teatro.

Es importante destacar que pese a que los asientos que teníamos eran en los laterales (por aquello de la visibilidad reducida y menor coste ajustándose a nuestras posibilidades monetarias que ya hemos explicado con anterioridad) y a primera vista aquellos pequeños balcones de tres personas con sillas altas y bajas no parecían ser muy confortables, disfrutamos del espectáculo como si hubiéramos estado en primera fila (salvo por algunos efectos luminosos o con agua, que no se podían apreciar en su plenitud desde nuestra posición).

La representación está medida y calculada minuciosamente. De esta manera no sólo todos los pasos, palmadas, efectos, piruetas, palabras, etc están perfectamente sincronizados, sino que además el tono de la función va creciendo según pasan los minutos. Así, los artistas, en fila en el escenario y siempre de cara al público, comienzan con leves golpes sobre cubos de pintura y sus rodillas, hasta llegar al final del show con una exhibición en plenitud de todo lo que son capaces de hacer: un bajo, cubos de pintura y de basura, pelotas de goma, saltos, bailes, luces… acompañados por el fervor y entusiasmo del público que no cesa de dar palmas y acompañarles al ritmo de la música.

Mayumaná no es sólo música. A mi parecer uno de los grandes aciertos de esta compañía es saber combinar perfectamente varias disciplinas artísticas en las que cada miembro de la compañía es especialista.

No obstante, la función no sería tan divertida ni entretenida si no fuera por el importante papel que el humor juega en el show. Hay varios miembros de la compañía que se encargar de dar el toque gracioso con sus gestos y “torpezas”, pero que sin duda alguna provocan no sólo las risas del público sino también la total admiración por los artistas.

Además, hay números con agua, pelotas fosforescentes y pies de buzo, sillas, mesas… en los que los integrantes de la compañía no se contentan con hacer su trabajo desde la superioridad que otorga la elevación del escenario, sino que en ocasiones también se acercan y adentran en las butacas y los pequeños balcones laterales (en los que nos encontrábamos nosotros), mostrando un buen hacer y cercanía dignos de admiración y que sin duda el público agradece.

Es importante destacar también que este espectáculo es para todos los públicos, aunque la compañía tiene en algunos países y épocas concretas, varias exhibiciones específicamente para niños hasta 12 años de edad que les permite interactuar con el espectáculo y sus integrantes.

Aunque pueda parecer que los miembros de esta compañía se dedican simplemente a hacer música con los objetos más cotidianos y caseros, en realidad es una obra maestra que bien podría recordar la espectacularidad circense (pienso en el famoso Cirque du Soleil) y que seguro que encantaría a los más pequeños. No recuerdo demasiado bien si había niños en la representación a la que asistí, pero lo que si es cierto y puedo asegurar que todos y cada uno de los que asistimos a aquella “fiesta” (conocidos o no) disfrutamos como enanos. Todos mis compañeros, pero también el resto del público, salía completamente encantado, con una gran sonrisa en la boca y con ganas de tocar y hacer música con todo lo que se ponía en nuestro paso…. La primera parada con la que intentar emular a Mayumaná son unos grandes bidones azules en la entrada del teatro, con los que puedes comprobar que lo que hacen los miembros de la compañía no es tan fácil como parece, pero sí es muy divertido.

Pero la “fiesta” de Mayumaná no termina dentro de las cuatro paredes del teatro, porque de todas luces, como ya se ha podido comprobar hasta el momento, no es una obra normal.

Después de la representación y anunciado por megafonía en cuanto termina la actuación propiamente dicha, algunos miembros de la compañía (no pueden faltar los más representativos o los que más aplausos arrancaron al público en el interior del teatro) obsequian a sus espectadores con una breve exhibición en vivo y en directo de sus habilidades en la misma plaza del teatro (Jacinto Benavente), mostrando una vez más su proximidad y humildad a pesar de que son unos grandes artistas.

Así, no sólo los asistentes a la obra pueden volver a dar palmas, vitorear a estos artistas y hacer fotos (ya que no está permitido durante la representación), sino que cualquier viandante, asombrado por supuesto con el ruido y la acumulación de gente, se puede detener a contemplar un show digno de admiración y quedarse con las ganas de ver algo más en el teatro. Sin duda una sutil captación indirecta, pero que no importa lo más mínimo y no deja indiferente.

Pese a que Mayumaná prediga (en su página web, publicidad, reportajes…) que es una compañía de fama y calado internacional, muchos de nuestros estudiantes extranjeros salieron muy satisfechos e impresionados del teatro, ya que nunca habían oído hablar de ellos y les sorprendieron muy gratamente.

No obstante, sí es cierto que Mayumaná son tremendamente conocidos y agasajados en Israel, donde la compañía vio la luz allá por 1996 de la mano de Boaz Berman y Nylon Nuphar, y han recibido multitud de premios y reconocimientos por parte de sus compatriotas.

El nombre de Mayumaná procede del hebreo “Meyumanut”, que significa “destreza” o “habilidad” y esto es precisamente lo que demuestran todos y cada uno de los artistas en cada show.

Los integrantes de la compañía están en un continuo proceso de renovación, no sólo con la suma de nuevos miembros, sino también adquiriendo nuevas habilidades y destrezas para encandilar al público en cada actuación.

Cada representación de Mayumaná es única y diferente, las repeticiones no existen. Recomiendo este espectáculo a todo el mundo. Por eso recomiendo este espectáculo a todo el mundo, porque ya hay mucha gente conquistada por la habilidad de los artistas de Mayumaná, pero aún queda mucha gene por conquistar. Hasta que no vayas al teatro no lo podrás comprobar.

No hay comentarios: